Post by donkey on Sept 14, 2009 9:46:21 GMT -6
Hace unos años se enfrentaron el equipo mexicano y el equipo japonés de remo. ¿El resultado? Los nipones llegaron a la meta una hora antes que nuestros compatriotas. La dirigencia nacional tomó cartas en el asunto y observó un interesante detalle: El equipo japonés se organizaba con 10 remeros y un jefe, mientras el mexicano con 10 jefes y un remero.
Al año siguiente, los siempre inquietos dirigentes mexicanos planificaron un cambio en la estrategia. El equipo mexicano se estructuró esta vez con un jefe general, dos asesores directos, siete subjefes de área y un remero. Los asiáticos mantuvieron su táctica de un jefe y 10 remeros. Y llegaron finalmente a la meta ¡dos horas! antes que el equipo mexicano.
Contrariados y buscando explicaciones, los dirigentes mexicanos cranearon un plan aun más vanguardista para el año siguiente. México competía esta vez con una nueva formación, que anticipaban, daría espléndidos resultados: Un jefe general, un gerente de planificación, un auditor externo, un analista de proyecciones y seis vigilantes privados que no le sacarían los ojos de encima al único remero, que esta vez fue castigado sin bonos ni incentivos por su magra performance anterior. Los japoneses, fieles a su estilo, competirían con un jefe y 10 remeros. Esta vez llegaron a la meta ¡tres horas! antes que su símil mexicano.
En el clásico ritual post derrota, los dirigentes mexicanos buscaron a los culpables del desastre. Así, se acordó en una extenuante reunión a puertas cerradas el inmediato despido del remero por escasa actitud y proactividad, y por no apegarse a la visión / misión / objetivos del plan maestro del remo nacional.
Al año siguiente, los siempre inquietos dirigentes mexicanos planificaron un cambio en la estrategia. El equipo mexicano se estructuró esta vez con un jefe general, dos asesores directos, siete subjefes de área y un remero. Los asiáticos mantuvieron su táctica de un jefe y 10 remeros. Y llegaron finalmente a la meta ¡dos horas! antes que el equipo mexicano.
Contrariados y buscando explicaciones, los dirigentes mexicanos cranearon un plan aun más vanguardista para el año siguiente. México competía esta vez con una nueva formación, que anticipaban, daría espléndidos resultados: Un jefe general, un gerente de planificación, un auditor externo, un analista de proyecciones y seis vigilantes privados que no le sacarían los ojos de encima al único remero, que esta vez fue castigado sin bonos ni incentivos por su magra performance anterior. Los japoneses, fieles a su estilo, competirían con un jefe y 10 remeros. Esta vez llegaron a la meta ¡tres horas! antes que su símil mexicano.
En el clásico ritual post derrota, los dirigentes mexicanos buscaron a los culpables del desastre. Así, se acordó en una extenuante reunión a puertas cerradas el inmediato despido del remero por escasa actitud y proactividad, y por no apegarse a la visión / misión / objetivos del plan maestro del remo nacional.