Post by DANIEL CARAVEO on Dec 4, 2007 10:13:07 GMT -6
El Sr. Juan Mota, es residente de Cd. Victoria y pescador de corazon de la Vicente Guerrero..
mas de 20 años de experiencia carga en su espalda, de los cuales mas del 80 % de ellos los trabajo como guia de los diferentes campamentos que hay en esta presa, asi que conoce al reves y al derecho esta presa..
por lo mismo, me eh tomado la libertad del foro y con autorizacion del Sr Juan Mota y publicar sus reseñas que ah estado el exponiendo en un foro Regio, ya que las encuentro aparte de entretenidas, si uno se pone a leerlas, no solo con el fin de entrenimiento si no tambien de aprendizaje, son reseñas que se le pueden sacar bastante provecho..
de la misma forma lo invite a participar activamente en el foro de nosotros, esperemos y muy pronto tengamos el honor de tenerlo por aqui escribiendo y compartiendo su experiencia
para muestra de ello aqui les anexo la primera de muchas reseñas que se publicaran,
Han de disculpar que en ésta reseña no aparece la filosofía del “catch and release”, sin embargo me parece mejor que así sea, pues es bastante ilustrativa para aquellos que aún continúan con la creencia que los buenos lugares de pesca jamás se acabarán….Y ya no me pidan más reseñas porque después no van a querer comprar el libro, je,eje,jeje…
Saludos a todos.
Juan Manuel Mota.
LAS FOTOGRAFIAS FAMOSAS.
Cierta ocasión, (igualmente en mis inicios como guía), con el fin de conocer la presa y averiguar que había en ella, cierta tarde navegué por la orilla de las mesetas del lado sur y llegué hasta el extremo sur-oeste. Al ir navegando por esos rumbos comencé a ver en las profundidades algunas manchas de “hidrilla” (una especie de hierba acuática) que cada vez se fueron haciendo más densas hasta formar una extensa plancha sobre la superficie, justo en aquel rincón de la presa.
Antes de llegar a esa cama de hierba, empecé a ver a la distancia como de vez en cuando de entre ella saltaban algunas lobinas haciendo graciosas piruetas fuera del agua a una altura considerable, para atrapar algunos insectos voladores que nosotros conocemos como “caballos del diablo” ó “caballetes”.
Como ese día soplaba un viento del sur bastante fuerte, al llegar ahí levanté el motor de la lancha y dejé que el mismo viento nos deslizara por encima de la hierba, entre la cual se formaban algunos pozos de profundidad considerable con aguas completamente cristalinas.
Al pasar sobre esos pozos nos dimos cuenta que algunos de ellos estaban atestados de lobinas, pues varias ocasiones alcanzamos a ver como venían montones de ellas siguiendo a la que traíamos enganchada. Cuando observé lo anterior, se me ocurrió bajar el motor de la lancha entre la hierba para que nos sirviera como ancla y de esa forma sacamos infinidad de lobinas en un mismo lugar. Continúe haciendo las mismas maniobras y cada vez que la acción disminuía en un sitio, de nueva cuenta levantaba el motor para que el viento nos deslizara y así continuamos sacando bastantes lobinas durante en resto de la tarde hasta casi ocultarse el sol.
Al día siguiente tres compañeros y yo nos dirigimos al mismo lugar con nuestros respectivos clientes y aquello fue exactamente la misma historia. Sacamos infinidad de lobinas de diferentes tamaños y al medio día regresamos al campo con los viveros de las lanchas completamente llenos. Al llegar ahí, cada uno de nosotros hizo su respectiva ristra de aproximadamente 120 ó 150 lobinas que nadie pudo levantar por si solo. Entonces procedimos a arrastrarlas fuera del agua y las colocamos sobre el pasto. Las fuimos atando una a una hasta formar con ellas un círculo de tamaño considerable en medio del cual se colocaron nuestros clientes para tomarse algunas fotografías que presumirían con orgullo a su regreso.
Tiempo después miré publicadas esas mismas fotografías en varios folletos y en algunas revistas americanas especializadas en la “pesca deportiva”, dónde conminaban a los turistas para que visitaran ésta presa a la cual consideraban como “la presa lobinera número uno en el mundo” en la que podían capturar más de 100 lobinas en un día, lo cual era rigurosamente cierto y no sólo un ardid publicitario.
Así trascurrieron algunos meses y ese lugar se convirtió en el favorito de nosotros en el cual logramos sacar cantidades increíbles de lobinas todo ese verano, sin embargo cierta noche llegó un fuerte viento del norte característico de los primeros frentes fríos y la siguiente ocasión que fui ahí, el panorama que encontré era completamente desolador.
Aquella plancha de hierba había desaparecido, sólo quedaban grandes cantidades de ella en lo alto de los árboles donde las grandes olas la habían dejado y otros vestigios de ella continuaban flotando en el agua ahora completamente turbia. Para mis nuevos clientes que en esa ocasión llevaba, era prácticamente imposible creer que ese lugar alguna vez hubiera estado infestado de lobinas. Tal vez de ésta manera Dios nos enviaba algún mensaje anticipando lo que sucedería años después, el cual desgraciadamente ninguno de nosotros entendimos.
mas de 20 años de experiencia carga en su espalda, de los cuales mas del 80 % de ellos los trabajo como guia de los diferentes campamentos que hay en esta presa, asi que conoce al reves y al derecho esta presa..
por lo mismo, me eh tomado la libertad del foro y con autorizacion del Sr Juan Mota y publicar sus reseñas que ah estado el exponiendo en un foro Regio, ya que las encuentro aparte de entretenidas, si uno se pone a leerlas, no solo con el fin de entrenimiento si no tambien de aprendizaje, son reseñas que se le pueden sacar bastante provecho..
de la misma forma lo invite a participar activamente en el foro de nosotros, esperemos y muy pronto tengamos el honor de tenerlo por aqui escribiendo y compartiendo su experiencia
para muestra de ello aqui les anexo la primera de muchas reseñas que se publicaran,
Han de disculpar que en ésta reseña no aparece la filosofía del “catch and release”, sin embargo me parece mejor que así sea, pues es bastante ilustrativa para aquellos que aún continúan con la creencia que los buenos lugares de pesca jamás se acabarán….Y ya no me pidan más reseñas porque después no van a querer comprar el libro, je,eje,jeje…
Saludos a todos.
Juan Manuel Mota.
LAS FOTOGRAFIAS FAMOSAS.
Cierta ocasión, (igualmente en mis inicios como guía), con el fin de conocer la presa y averiguar que había en ella, cierta tarde navegué por la orilla de las mesetas del lado sur y llegué hasta el extremo sur-oeste. Al ir navegando por esos rumbos comencé a ver en las profundidades algunas manchas de “hidrilla” (una especie de hierba acuática) que cada vez se fueron haciendo más densas hasta formar una extensa plancha sobre la superficie, justo en aquel rincón de la presa.
Antes de llegar a esa cama de hierba, empecé a ver a la distancia como de vez en cuando de entre ella saltaban algunas lobinas haciendo graciosas piruetas fuera del agua a una altura considerable, para atrapar algunos insectos voladores que nosotros conocemos como “caballos del diablo” ó “caballetes”.
Como ese día soplaba un viento del sur bastante fuerte, al llegar ahí levanté el motor de la lancha y dejé que el mismo viento nos deslizara por encima de la hierba, entre la cual se formaban algunos pozos de profundidad considerable con aguas completamente cristalinas.
Al pasar sobre esos pozos nos dimos cuenta que algunos de ellos estaban atestados de lobinas, pues varias ocasiones alcanzamos a ver como venían montones de ellas siguiendo a la que traíamos enganchada. Cuando observé lo anterior, se me ocurrió bajar el motor de la lancha entre la hierba para que nos sirviera como ancla y de esa forma sacamos infinidad de lobinas en un mismo lugar. Continúe haciendo las mismas maniobras y cada vez que la acción disminuía en un sitio, de nueva cuenta levantaba el motor para que el viento nos deslizara y así continuamos sacando bastantes lobinas durante en resto de la tarde hasta casi ocultarse el sol.
Al día siguiente tres compañeros y yo nos dirigimos al mismo lugar con nuestros respectivos clientes y aquello fue exactamente la misma historia. Sacamos infinidad de lobinas de diferentes tamaños y al medio día regresamos al campo con los viveros de las lanchas completamente llenos. Al llegar ahí, cada uno de nosotros hizo su respectiva ristra de aproximadamente 120 ó 150 lobinas que nadie pudo levantar por si solo. Entonces procedimos a arrastrarlas fuera del agua y las colocamos sobre el pasto. Las fuimos atando una a una hasta formar con ellas un círculo de tamaño considerable en medio del cual se colocaron nuestros clientes para tomarse algunas fotografías que presumirían con orgullo a su regreso.
Tiempo después miré publicadas esas mismas fotografías en varios folletos y en algunas revistas americanas especializadas en la “pesca deportiva”, dónde conminaban a los turistas para que visitaran ésta presa a la cual consideraban como “la presa lobinera número uno en el mundo” en la que podían capturar más de 100 lobinas en un día, lo cual era rigurosamente cierto y no sólo un ardid publicitario.
Así trascurrieron algunos meses y ese lugar se convirtió en el favorito de nosotros en el cual logramos sacar cantidades increíbles de lobinas todo ese verano, sin embargo cierta noche llegó un fuerte viento del norte característico de los primeros frentes fríos y la siguiente ocasión que fui ahí, el panorama que encontré era completamente desolador.
Aquella plancha de hierba había desaparecido, sólo quedaban grandes cantidades de ella en lo alto de los árboles donde las grandes olas la habían dejado y otros vestigios de ella continuaban flotando en el agua ahora completamente turbia. Para mis nuevos clientes que en esa ocasión llevaba, era prácticamente imposible creer que ese lugar alguna vez hubiera estado infestado de lobinas. Tal vez de ésta manera Dios nos enviaba algún mensaje anticipando lo que sucedería años después, el cual desgraciadamente ninguno de nosotros entendimos.